sábado, 28 de mayo de 2011

Los primeros pasos para un estudio etnofarmacológico

Es emocionante que dentro de las plantas se pueda encontrar una sustancia que probablemente sirva para curar alguna enfermedad.

El ser humano desde sus inicios ha empleado las plantas no solo como fuente de alimento, sino también como un recurso para aliviar diversas enfermedades.

En las grandes culturas mesoamericanas el uso de plantas medicinales formaba parte importante de su conocimiento (Fig. 1). Con la llegada de los Españoles al Nuevo Mundo, todo este conocimiento fue despreciado, incluso satanizado, por lo que se redujo a unos cuantos documentos, de los más importantes destacan el Códice de la Cruz-Badiano y el Códice Florentino, más los conocimientos que sobreviven en forma oral entre la población. Hubo varias fases en la historia de México con un aumento en el interés en estos conocimientos, y otras fases donde fue otra vez descuidado. Desde hace aproximadamente 40 años existe una investicación sistemática sobre las plantas medicinales nativas en el país.

Fig. 1. Representación en yeso de Ixchel, Diosa Maya de la medicina.


En la actualidad el uso de plantas para aliviar diversas enfermedades es muy arraigado en varias culturas. En el mercado se encuentran una gama importante de productos de origen natural (Fig. 2). Newman et al, 2003 reportan que entre el 60 y 75 % de los fármacos que existen para combatir enfermedades infecciosas y cáncer, se han derivado de algún producto natural.

Fig. 2. Productos en el mercado de origen natural.

Es importante buscar nuevas alternativas terapéuticas para las primeras causas de muerte a nivel mundial, como son enfermedades cardiovasculares, pulmonares, infartos cerebrales, cáncer, SIDA y algunas enfermedades crónicas degenerativas.

Las plantas que milenariamente ha sido empleada para tratar muchas enfermedades y en las que se han identificado una gran variedad de metabolitos secundarios como saponinas, alcaloides, terpenos, taninos, flavonoides, etc, con actividad biológica, son una fuente de búsqueda mediante estudios etnofarmacológicos.

A continuación se describen los pasos de un estudio etnofarmacológico.
Para iniciar un estudio etnofarmacológico, primero se debe tener claro el tipo de enfermedad que se desea combatir, seguido de una búsqueda exhaustiva de información en códices (Fig. 3), la literatura científica o de manera local con gente que tiene este conocimiento en comunidades rurales .

Fig. 3. Mural expuesto en el Palacio de Gobierno en Valladolid, Yucatán.

Una vez identificadas las plantas de interés, se debe hacer una buena colecta, seguido de una identificación taxonómica precisa y una revisión científica para identificar si las especies ya han sido estudiadas y si se han identificado compuestos activos. Una buena primera fuente es la base de datos de literatura que mantiene el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos; se puede buscar en esta base de datos por nombre científicos de las plantas.

Para la elaboración del extracto pueden emplearse diferentes materias primas, como la planta fresca o seca, además diferentes tipos de extracción (con agua o diversos solventes polares o no-polares) (Fig. 4).

Fig. 4. Extracción en fresco a temperatura ambiente.

El extracto crudo es analizado in vitro para identificar si tiene actividad biológica. Esta prueba puede hacerse con cultivos de bacterias, nematodos y algunas líneas celulares (Fig. 5) y debe haber reproducibilidad de resultados.

Fig. 5. Evaluación in vitro de extractos en líneas tumorales.

Para identificar si la planta analizada tiene interés biomédico existen estándares que dan la pauta, por ejemplo, el Instituto Nacional del Cáncer de E.U. menciona que para que una planta tenga dicho potencial no debe tener una concentración inhibitoria media mayor a 20 ug/mL in vitro.
Por tanto, si el extracto de la planta analizada muestra una actividad biológica importante sobre el tipo de enfermedad que se desea tratar, se procede a la purificación, por propiedades cromatográficas (Fig. 6), e identificación (espectrometría de masas, resonancia magnética nuclear, infrarojo, cristalografía) de compuestos activos.

Fig. 6. Purificación de extractos mediante cromatografía en capa fina.

El siguiente paso es evaluar la toxicidad y los mecanismos de acción del extracto y de los compuestos puros sobre modelos de animales (Fig. 7) a nivel sistémico y localizado. Un buen modelo de estudio es el ratón porque no solo permite evaluar condiciones normales, sino se pueden desarrollar muchas enfermedades en él.

Fig. 7. Interior de un bioterio de investigación.

Si todas estas pruebas son exitosas se pude postular pasar a las fases clínicas o Fase II, para la aplicación en pacientes en etapas terminales, y luego a pacientes normales, y con ello poder llevar a un producto derivado de una planta a su aplicación farmacológica.


Referencias y para leer más:

Bye R, Estrada L, Linares E. (1992). Recursos genéticos en plantas medicinales de México. En: Plantas medicinales de México, introducción a su estudio. 4ª edición. Estrada L., E. (ed.). Universidad Autónoma Chapingo, México pp. 362-370.
Hostettmann K, Marston A, Maillard M, Hamburger M. (1995). Phytochemistry of plants used in traditional medicine. Proceedings of the Phytochemical Society of Europe, vol. 37. Clarendon Press, Oxford.
Mans D, da Rocha A, Schwartsmann G. (2000). Anti-cancer drug discovery and development in Brazil: targeted plant collection as a rational strategy to acquire candidate anti-cancer compounds. Oncologist 5: 185-198.
Newman D, Cragg G, Snader K. (2003). Natural products as sources of new drugs over the period 1981-2002. J. Nat. Prod. 66: 1022-1037.
Sharabani H, Izumchenko E, Wang Q, Kreinin R, Steiner M, Barvish Z, Kafka M, Sharoni Y, Levy J, Uskokovic M, Studzinski G, Danilenko M. (2006). Cooperative antitumor effects of vitamin D3 derivatives and rosemary preparations in a mouse model of myeloid leukemia. Int. J. Cancer 118: 3012–3021.

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