jueves, 21 de enero de 2016

¿La productividad agrícola es la clave para alimentar al mundo?

En el discurso oficial y académico sobre la producción agrícola y las posibilidades de alimentar poblaciones crecientes (aunque ya no tanto como antes), el rendimiento agrícola por hectarea juega un papel preponderante. Se dice que hay que elevarlo, por el medio que sea, porque si no, nos vamos a morir de hambre. Y lo que es peor, las estadísticas solo se enfocan en el cultivo principal, cuando hay a menudo otros productos en la misma superficie que también producen biomasa útil, como forraje, miel, quelite, etc.

La proporción entre calorías producidas y calorías que realmente se comen después de su conversión a carne, etc.

Pero aparte del hecho de las malas cuentas en tanto al rendimiento, este enfoque impide una visión más holística. Si lo consideramos bien, no es tan importante cuánto produce una hectárea, sino cuánto de esta producción realmente termina en nuestro plato.

De la cosecha original de una parcela, en el caso de plantas comestibles, tenemos que deducir los siguientes pasos, todos asociados con costos y mermas:

  • La venta (transporte, tiempo)
  • El transporte a algún mercado de mayoreo y las mermas en el camino, a veces entre países y continentes
  • El costo y las mermas del procesamiento (p.ej., elaboración de pan)
  • El costo y las mermas del comercio hasta la venta al consumidor
  • Lo que se tira o se echa a perder en la casa del consumidor (o la cocina del restaurante donde come)

En el caso de carne, existe una merma todavía mayor: solo una pequeña parte de las calorías de las plantas se convierte en carne. Por ejemplo, tienes que dar a comer a una vaca alrededor de 33 kg y a un puerco alrededor de 10 kg de granos, para que produzca 1 kg de carne. En huevos, esta "eficiencia de conversión" es aproximadamente 5:1 y en leche 1:0.4. Claro, necesitamos algo de proteína, y existen forajes para animales que no podemos comer nosotros, como pasto, zacate seco, desechos varios o esquilmos agrícolas. Además, existen regiones, como los grandes pastizales del mundo, que tienen vocación ganadera. Pero, una buena parte de la carne producida en forma comercial sí se basa en productos que básicamente son alimento humano.

Entonces, se puede mejorar el abastecimiento de muchas otras formas, que no necesariamente requieren mayor producción agrícola - haciendo más cortos y eficientes las vías de comercialización, por ejemplo. O mover el enfoque del alimento animal a esquilmos. O comer menos carne, que es una cuestión de costumbre, al fin.

Hoy les quiero invitar a leer una publicación que salió ya hace unos años, en 2013. Se llama "Redefining agricultural yields: from tonnes to people nourished per hectare" (Redefiniendo el rendimiento agrícola: de toneladas a personas alimentadas por hectárea). Trata una parte del tema: cuánta caloría se produce por hectárea en diferentes partes del mundo, que realmente termina en el sistema alimentario? No ve la parte del gasto energético y de tiempo del comercio, o lo que se pierde o se echa a perder, pero de todas maneras es interesante.

Tiene algunas figuras muy didácticas, como la del inicio, que muestra la proporción de cada caloría producida que termina como alimento humano. Aquí hay otra estadística, que indica cuál parte de las calorías de algunos de los principales cultivos realmente se convierte en alimento humano:

La proporción de calorías de varios cultivos que se convierten en alimento humano.
En verde están las calorías comestibles, y en rojo las pérdidas debido a conversión a carne u otros usos (biodiesel, etc.)


Cassidy, E. S., P. C. West, J. S. Gerber, and J. A. Foley. 2013. Redefining agricultural yields: from tonnes to people nourished per hectare. Environmental Research Letters 8:034015.

González-Amaro, R. M., A. Martínez-Bernal, F. Basurto-Peña, and H. Vibrans. 2009. Crop and non-crop productivity in a traditional maize agroecosystem of the highland of Mexico. Journal of Ethnobiology and Ethnomedicine 5:38.

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