miércoles, 5 de junio de 2013

Tradiciones perdidas a través del tiempo

En la comunidad de San José la Pradera, Santa Cruz Tacache de Mina, Oaxaca, la mayoría de los jóvenes emigran a los Estados Unidos y dejan las tierras de cultivo abandonadas, porque para ellos el campo no les da lo suficiente para vivir. En mi familia, mi madre es ejidataria de una pequeña superficie de terreno de temporal y ama al campo con ganas. Lo único que le faltan son fuerzas para trabajar las tierras y sembrar lo que a ella le gusta.

Toda una vida en el campo

Cuenta mi madre que antes se trabajaban las tierras con yunta de bueyes, los cuales tenían que hacer las actividades desde el barbecho hasta las labores de cultivo. Lo que sembraban era cacahuate, maíz, frijol, ajonjolí, jamaica, chile y en ocasiones sandía.

Para el día de La Candelaria, los campesinos llevaban a bendecir las semillas que utilizarían en la siembra de temporal. El 15 de mayo, día de San Isidro Labrador, el sacerdote bendecía a los animales, herramientas e implementos agrícolas y las semillas de quienes no pudieron asistir en febrero. Esto lo hacían para que tuvieran una buena tempora cosecha.

Cuando iniciaba el temporal, se barbechaba y sembraba con yunta de bueyes y ésta última se programaba conforme a las lunas; sembraban en luna nueva o llena.

Parcela con maíz antes de hacer labores de cultivo

Ademas de las lunas, también se guiaban para sembrar por las festividades religiosas. Si la fecha de siembra se pasaba de las establecidas, se hacía el día de San Juan o San Antonio (junio). Las labores del cultivo las hacían antes o después del día de Santiago (julio) y el primer corte de elotes en el día de San Miguel (septiembre).

En esta última fecha, se hacía lo más bonito, porque los campesinos madrugaban el 29 de septiembre para llevar flores de cempasuchil, bugambilia y de otras plantas ornamentales que tuvieran en casa, para adornar todo el perímetro de la parcela; una vez que se terminaba esto, daban gracias por tener su parcela con producción, independientemente de que estuviera bien o mal, y se iniciaba el corte de los mejores elotes y calabazas.

Llevaban a casa los elotes para hacer tamales, elotes y calabacitas hervidas. Los tamales de elote se acompañan con una salsa de tomatillo con chile verde, queso y crema de la región. Este platillo todavía lo preparan las pocas personas que siembran maíz.

Es importante comentar, que antes de hacer los tamales, se apartaban dos o tres milpas con los elotes más grandes, las cuales se adornaban con flores y se llevaban a una procesión que organizaba la comunidad en honor a San Miguel Arcangel por la cosecha obtenida.



En esa época, comenta mi mamá, que los temporales eran mas estables y por tanto las fechas ya estaban establecidas, no como ahora que son impredecibles por el cambio climático que enfrentamos.

Se cosechaba después de la festividad de muertos para que antes de la navidad la mazorca ya estuviera desgranada, la milpa ya empacada en manojos, la semilla de la calabaza seca para hacer el jamoncillo (dulce de pepita) y el cacahuate seco para las posadas y hacer las palanquetas con miel.

El terreno quedaba libre para pastar al ganado y alimentarlo para el siguiente año.

De todo lo anterior, sólo quedó el sembrar maíz, calabaza y frijol, pero ahora con un tractor y sin hacer todos los rituales que hacía anteriormente la gente.

Ahora inicia la temporada de lluvias, se barbecha el terreno y se siembra con tractor y una vez que la milpa sale del surco se programan las labores. Antes de iniciar éstas hay que limpiar un poco la hierba para que los cultivos ganen tiempo en crecer cuando las hierbas vuelvan a salir, además para que el tractorista sepa como estan los surcos y haga bien el escardado Hay quienes se encargan de levantar las plantas y cubrir el tallo de las mismas para que queden firmes y eviten caerse con los vientos que se presentan en la temporada de lluvias, lo hagan más rápido.



Se intercala el maíz con frijol y calabaza, ya que en temporada de cosecha a mi mamá le encanta llevar su canasta y llenarla de ejotes, elotes, flor de calabaza, calabacitas y de paso, aprovechar las verdolagas, quintoniles y alaches que crecen dentro del cultivo para disfrutar los frutos de la tierra.



Finalmente, cuando se termina el trabajo, como recompensa se le invita a los que participaron en el trabajo del campo a disfrutar de una deliciosa comida.

Todo lo anterior ayuda a mi madre a mantener la tradición e ilusión de obtener buenas cosechas para la alimentación de todo el año.

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