martes, 9 de agosto de 2016

“Tenemos que enseñar que tienen que trabajar”

Los trabajos invisibles, pero necesarias, que
son parte de la economía informal:
preparar alimentos y ...
Esto fue el título de un artículo en el periódico Reforma, que reportó una entrevista con Nuvia Mayorga, Titular de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI)(se reproduce abajo). Cabe mencionar que la entrevista es de 2014; me acabo de enterar. El contexto era el siguiente:
Pregunta: ¿Cuál es el principal proyecto de la CDI? 
Respuesta: Proyectos productivos supervisados. Si no los supervisas, les das el dinero, compran 50 borregas y a lo mejor se las reparten o se las comen en los 15 años de la hija, o en la boda del hijo, o a lo mejor van a tener para comer seis meses. Les tenemos que enseñar que tienen que trabajar (énfasis mía). El sacar la marginación es de los tres niveles de Gobierno, pero nos tiene que ayudar la población a ser productivos. 

Los proyectos productivos es el reto prioritario, a través de la supervisión, de la capacitación, del asesoramiento, para que los dejen madurar y dejen que crezcan los proyectos productivos para que tengan un ingreso. 

Estos pronunciamientos fueron denunciados inmediatamente desde varios sectores, como clasistas y racistas. Sí lo son, pero creo que hay que analizar seriamente las ideas detrás de tal pronunciamiento, ya que son muy comunes en los círculos urbanos, incluso entre gente bien intencionada. Son el resultado de la tendencia muy humana de considerarse a sí mismo como el centro del universo, un ejemplo de “lo normal” y con los valores/juicios correctos.

Hay otro fondo común para estas falacias: la idea de que la economía oficial, la del dinero, es la única que cuenta y que puede o debe motivar a las personas, y por lo tanto debe ser el enfoque de las políticas públicas.

A todos los estudiantes de economía les dicen al inicio de sus estudios que existe todo un mundo de trabajo y producción no remunerado allá afuera, pero que no se incluye en las cuentas, modelos y predicciones económicas formales: el trabajo en casa y con los niños o enfermos, la autoproducción y autoconstrucción, la agricultura de subsistencia y los negocios informales (más la economía criminal). Se denomina la economía informal o de sombra.
... lavar traste. En este caso unos alumnos
en una salida de campo.

Los estudiantes lo oyen al principio, pero luego la enseñanza procede a enfocarse en la economía
formal, principalmente porque para ésta existen datos y para la de economía de sombra son muy difíciles de conseguir, a tal grado que luego se les olvida ésta otra economía.

Dado que los productos y servicios producidos en esta parte de la vida humana valen tanto o más que la formal, es lógico que en la interfase entre los dos se produzcan distorsiones, malos entendidos y malas predicciones.

Vamos a ver algunas de los supuestos que se pueden identificar en la respuesta de la funcionaria:

1. Los pobres son pobres porque no trabajan lo suficiente (i.e. son flojos). 


Esta idea es fácilmente desmentible tanto por datos, como por la experiencia de cualquiera que haya vivido en el campo o convivido con campesinos. Sí es cierto que los ritmos del trabajo a menudo son un poco más lentos en el campo y que se hacen pausas (como debe ser). Los trabajos no son distribuidos tan parejos a lo largo del año como el trabajo de oficina o fábrica – hay tiempos con actividad muy intensa, y otros con menor intensidad. Quien tiene animales, tiene que atenderlos todos los días – tiene que trabajar los fines de semana y difícilmente puede salir unos días.
Tomando un descanso merecido

También hay que tomar en cuenta que muchas actividades necesarias, que en la ciudad son cosa de 1-2 horas, como ir a comprar ropa o al médico o a hacer algún trámite, se complican por el tiempo requerido para el traslado. Y el trabajo de casa requiere más tiempo, hay que producir tres comidas al día, no hay comedor ni cafetería.

Así, la gente está ocupada todo el día. Entonces, es lógico que no les gusta invertir esfuerzo, tiempo y dinero en propuestas de los técnicos, que la gente rural sabe por experiencia que muchas veces se basan en cuentas alegres, no contemplan los riesgos de fracaso y a menudo carecen, por ejemplo, de una salida comercial viable para lo que producen.

Es posible que el enunciado de la funcionaria más bien tenía otro sentido (pero lo dijo mal o el periodista lo omitió para tener un mejor título): “Tenemos que enseñar que tienen que trabajar”… en la economía formal, con una mente de “emprendedor”. Sin embargo, esto no siempre es una alternativa o no es conveniente para el individuo, como vamos a ver más adelante.

2. La población indígena no es productiva.

Una sopa hecha con productos de la producción propia:
ejotes, jitomate, chile, cebolla, ajo, como condimento
cebollín chino y cilantro tropical (Eryngium);
solo la carne se compró en este caso.

La gente rural pobre e indígena sí produce – nada más que es en la economía informal. Y si bien ésta no cuenta oficialmente, sí cuenta para la gente. Si voy a tener un ingreso monetario formal, pero éste me vale menos que lo que hubiera podido hacer en este tiempo para mi economía informal, pues no me conviene.

Está relacionada la siguiente idea:

3. Salir de la marginación significa tener ingresos monetarios.

Esta noción descuenta la importancia de la economía de autosuficiencia erróneamente. También tiene que ver con la idea generalizada de que la buena vida y el ingreso monetario estan cercanamente emparentados. Sí hay cierta relación – el dinero te compra alternativas – pero la relación no es tan cercana en esta interfase de la economía formal y las formas de vida basadas en la autosuficiencia. Se sabe empíricamente que la calidad de las relaciones sociales son por lo menos sicológicamente tan importantes como los ingresos monetarios (suponiendo que uno tiene suficiente comida y cobijo).

4. Hay que comportarse como un rico para ser rico

Esta es una de las falacias más comunes. Para un pobre rural seguir el patrón de comportamiento de un rico o de un habitante urbano es una receta para el fracaso, por muchas razones. Voy a explicar dos de ellas.

a) Las redes de apoyo de emergencias que son absolutamente necesarias para la vida humana son muy diferentes entre un pobre rural y un rico u oficinista urbano. Para un pobre las redes de apoyo generalmente descansan en su red social y las relaciones que tiene con otra gente que le van a ayudar en el caso de emergencias. Por esto, comprar borregas con apoyo oficial y ofrecerlas en una boda o una fiesta de quince años puede ser visto como una inversión, no un desperdicio.

La red de apoyo para un rico y la población urbana son los ahorros, los seguros y los sistemas de seguro social del gobierno, si existen, así que se puede comportar en una forma mucho más individualista. Transitar de una condición a la otra es muy riesgoso y difícil, y el individuo no lo emprende hasta que esté seguro de que va a funcionar (o cuando está joven y sin responsabilidades, con la posibilidad de “regresar al pueblo”).

No necesariamente vale la pena la inversión en un tractor.
b) Hay una diferencia muy marcada en el valor relativo del dinero (el valor marginal, como lo dicen los economistas) entre pobres y ricos. Para invertir 100 pesos, es una diferencia muy fuerte para ti y para tu calidad de vida, si tienes un ingreso mensual de 1000 pesos o de 10,000 pesos. En el primer caso solo vas a hacer la inversión si estás seguro que vas a ganar, y que haya una ganancia fuerte. Se sabe de la literatura empírica que en el momento en el que una inversión afecte tu vida (o sea, tendrías que bajar el nivel), la gente sólo lo hace por ganancias anuales (tasa de descuento) de 50-100%. En el segundo caso, a menudo es suficiente una posible ganancia de 10-15 % para animarte a hacerlo, a pesar de posibles riesgos.

La mayoría de los proyectos productivos y agrícolas implican riesgos altos (plagas y enfermedades, catástrofes naturales e incendios, robos, colapso de precios), así que se entiende que tasas de retorno de 10-20 % (sin contemplar los riesgos), que ofrecen muchos proyectos promovidos oficialmente, no van a parecer atractivo.

Con este efecto se explica (pero no disculpa) la actitud paternalista:

2. Los indígenas no saben qué es bueno para ellos y tienen que ser supervisados para que no desperdicien recursos (pero yo, gobierno/persona urbana/ONG sí sé lo que les conviene).

Esto contradice todo lo que se puede aprender interactuando con poblaciones indígenas y rurales. La gente sabe muy bien lo que hace.

Una innovación reciente que se extendió rápidamente
fue la producción de alebrijes en Oaxaca. Estos
son unos ejemplos gigantes.
Inovaciones que realmente convienen se extienden rápidamente. En cada pueblo hay personas que están muy atentas a novedades, y experimentan continuamente. La demás gente nada más tiene que ver que un vecino o pariente tenga innovaciones exitosas o que sirvan para que también lo hagan. En el trabajo de mis alumnos hemos visto numerosos ejemplos de la introducción de nuevas especies útiles, técnicas agrícolas o productivas, que se extienden con alta velocidad sin ningún apoyo oficial. Esto es lógico y así funcionamos tod@s, gente urbana o rural.

Esto no quiere decir que ofrecer información, talleres y capacitación está mal. Está muy bien. A menudo la gente sí aprende algo útil para ellos o lo adaptan. Pero debe ser esto, una oferta, no una extorsión, ligando la adopción a apoyos o “supervisión”. Si realmente conviene, la gente lo hace. Si no, es por algo.

Entonces, quien debe ser criticado por fracasos de proyectos de desarrollo no son los “beneficiarios” a los que no les servía lo que se les ofreció, por la razón que sea, sino a quien les quiso imponer algo que no necesitaban o que no funcionaba y de paso malgastó el dinero de los impuestos.

Y gracias por sus comentarios a Alfredo, Jan, Yaredi y María.

2 comentarios:

  1. Muy bien tema de gran interés para los productores desde el estado de México para el Sur donde parece que se detuvo el tiempo y esto es debido a que hay intereses de por medio por el caciquismo que impera, hay un retraso tecnológico de 30 años o mas y la pregunta es porque el INIFAP, Chapingo, COLPOS etc. se llevan grandes sumas del presupuesto y no hacen nada, una simple visita a varios sitios del estado de México, Guerrero y Campeche me deja claro que ni el CIMMYT, SAGARPA y menos la COMISION NACIONAL INDIGENISTA sabrán que hacer para ayudar a los productores de estos estados. Un saludo y si queremos soberanía alimentaria tenemos que impulsar la asistencia técnica directa no los clásicos paquetes para todos, pero parece que vamos como los cangrejos para atrás, mientras otros países MIENTRAdeveras están preocupados por producir lo que se comen y esto implica apoyar a sus productores, cada tonelada que se compra de maíz amarillo a USA para engordar un toro y que luego se convertirá en carne estamos apoyando a los productores mas ricos del mundo los gringo y en vez de comprar lo mejor seria apoyar a estos a producir lo que consumen primero y luego llevarlos a una mejora continua para lograr excedentes que para el caso de maíces criollos logran un precio mayor que el maíz hibrido.

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    1. Muy buen análisis Dra. Heike.

      Una forma de vida dominante, excluyente no sabe observar a otras formas de vida como la campesina. Con todo y lo que esta aporta y representa.

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