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viernes, 8 de abril de 2022

Molotitos, dulces de Colorín

Cada que regreso a mi casa por las tardes, paso por una calle que tiene cinco árboles de colorín. Estos árboles siempre me han gustado. De niña recogía los “frijolitos” para jugar y los pétalos alargados tenían la forma ideal para jugar a las “espaditas”.

Ahora, a mis 28 años me gustan tanto como antes, aunque ahora sé que se pueden comer las flores de esta planta, solo que no sabía cómo prepararlos. Afortunada, y oportunamente, mi amiga Violeta, que es chef de profesión, agricultora de corazón y un espíritu muy creativo, me enseñó a hacer un postre con pétalos de colorín y maíz, así que se los comparto a todas y todos los lectores de este blog, para que disfruten mucho el proceso, desde recolectar las flores hasta comer estos molotitos dulces.


Flor de Colorín, pétalos en rojo. 
Para los que aún no se hayan podido hacer una imagen mental sobre la planta de la que les cuento, el colorín, patol o zompantle es un árbol que llega a medir hasta 9 metros de alto, tiene hojas compuestas y flores rojas que crecen en racimos piramidales en las puntas de las ramas. La especie presente en el Valle de México es Erythrina americana Mill. (=Erythrina coralloides DC.). Una curiosidad de este árbol es que tiene el famoso mecanismo de fotosíntesis “C4”, raramente observado en árboles.

Regresando a la receta, el sabor de los pétalos de colorín es muy peculiar y ligero y ayuda a resaltar otros sabores, además de que, por su intenso color rojo, es visualmente muy atractivo. 

Los ingredientes que usaremos son: 
  • Medio kilo de masa de maíz criollo 
  • Azúcar al gusto 
  • Una pizca sal de grano 
  • Pétalos de flor de colorín 
  • Aceite o manteca para freír 

Masa de maíz, azúcar y pétalos de colorín


Preparación: 

1. Limpiar las flores y obtener los pétalos rojos para tenerlos sin los pistilos. 

Flor de colorín
Separación del pétalo

2. Diluir la sal y el azúcar en un poco de agua. 

3. Incorporarla a la masa, amasando con las manos en una superficie limpia. 

Consistencia adecuada de la masa

Nota: Debe mezclarse muy bien y no debe pegarse en las manos, ni cuartearse. En caso de que la masa se pegue a las manos, agregar un poco más de masa de maíz y en caso de que se cuartee, agregar un poco de agua hasta obtener una consistencia adecuada para formar pequeñas bolitas fáciles de manipular. 
 
Molotito formado

4. Hacemos rollitos y en cada uno colocamos un pétalo y damos forma romboide.

Motolito con pétalo 
Molotitos en crudo.

5. Se precalienta un sartén con aceite vegetal o manteca. 

6. Se fríen los motolitos en la sartén por ambos lados durante un par de minutos y se dejan enfriar en un escurridor para retirar el exceso de aceite. 

Cocción de los molotitos en una sartén con aceite

Este postre es muy suave, no demasiado dulce y con un sabor único. Espero que lo disfruten tanto como yo, y tal vez hasta nos animamos a sembrar uno de estos bonitos árboles para que en primavera se ponga el paisaje un poco más colorido y dulce.

Molotitos de colorín terminados.


Créditos de la Receta: Aurora Violeta Fernández Narváez

Más información sobre el colorín: 
Otras recetas con colorín:

lunes, 11 de septiembre de 2017

El colorín: fuente de compuestos de interés medicinal



Semillas, inflorescencias y hojas de Erythrina americana Miller

Hola, hoy me remonto a el año 2011 cuando recién iniciaba mis estudios de la Licenciatura en Biología, durante la época  del Xantolo o la Fiesta del día de muertos el 2 de Noviembre en la Huasteca Hidalguense.

Ahí se preparaban las personas para disfrazarse de mujer, vaquero, muerte o diablo con el fin de esconderse de la muerte y/o recordar a sus fieles difuntos. Estas empleaban en su vestimenta una máscara de madera elaborada del tallo de colorín o tambien comunmente llamado pemuche. Llamaron tanto mi atención esas mascáras sin pensar que tiempo despues como botánico, el colorín (Erythrina americana Mill.) se convertiría en mi planta favorita.

Máscara elaborada del tallo de colorín
El colorín es un recurso versátil (García Marín et al., 2001), desde comestible (NO todas las especies de colorín), útil como accesorio o hasta medicinal; incluso se reporta uso como halucinógeno, pero esto no es comprobado (y no muy aconsejable, dado la toxicidad de algunas partes de la planta; Schultes, 1976).

Ahora les compartiré una revisión del artículo: Género Erythrina: Fuente de metabolitos secundarios con actividad biológica, artículo publicado en la Revista Acta Farmacéutica Bonaerense en el año 2004 por los autores Suley Pino-Rodríguez, Sylvia Prieto-González, Maria Elena Perez-Rodriguez y Jorge Molina-Torres.

El género Erythrina pertenece a la familia botánica Fabaceae (Leguminosae) y comprende un amplio intervalo de variación morfológica y gran diversidad ecológica.

El mayor número de especies del género Erythrina se encuentra en el sureste de México y en América Central.

Distribución mundial del género Erythrina (Neill 1998 y 1993)

PROPIEDADES ETNOMÉDICAS DEL GÉNERO Erythrina

El género Erythrina es ampliamente utilizada en la medicina tradicional de diferentes regiones del mundo.

Las principales países que utilizan especies de este género con fines medicinales son México (21%) , India (20%), Perú (6%), Indonesia (4%), Papúa-Nueva-Guinea, Kenya, Argentina, Brasil, Tanzania, Tailandia, Rotuma, Rwanda, y Senegal, todas estas últimas con un 3% de uso medicinal.

Destacan Erythrina variegata L., E. abyssica Lam., E. indica Lam., E. fusca Lour., E. senegalensis DC. como las especies reportadas con mayor frecuencia de uso. Diferentes especies de este género se emplean para el tratamiento de 60 transtornos aproximadamente: alivio de dolores, tratamiento de infecciones urinarias, respiratorias, infecciones de la piel, ojos, y garganta, fiebre, cura de heridas, tratamiento de transtornos menstruales, procesos inflamatorios, entre otras.


Arbol de colorín en el Colegio de Postgraduados

ACTIVIDADES BIOLÓGICAS REPORTADAS EN ESPECIES DEL GÉNERO Erythrina

Bases de datos consultadas informan que las principales actividades biológicas estudiadas experimentalmente son: actividad antibacteriana (31%), efecto citotóxico (9%), actividad antiinflamatoria, analgésica, antipirética (7%), antifúngica (5%), entre otras. Los orgános más utilizados en estos ensayos fueron la corteza, hojas, corteza de raíz y semillas.

Con estos estudios experimentales se corroboran y fundamentan los usos etnomédicos atribuidos a las diferentes especies del género Erythrina.

Semillas de Erythrina americana Miller

 FITOQUÍMICA DEL GÉNERO Erythrina

En las 83 especies diferentes del género Erythrina, las familias químicas  que resaltan mas son los alcaloides, flavonoides y los proteoides (dentro de esta familia se encuentran los aminoácidos, proteínas y lectinas). Los alcaloides, flavonoides y los proteoides son compuestos químicos que sintetizan las plantas pero que no les son de gran utilidad a ellas; más bien estos compuestos interaccionan entre la planta y el ambiente, por ejemplo como defensa al ataque de herbívoros.

Principales familias químicas reportadas para especies del género Erythrina (Foto: Pino-Suárez et al., 2004)
Sin duda alguna el colorín es una de las plantas más reconocidas en nuestro México, no solo por sus propiedades medicinales, si no también como placer para el paladar, debido a que sus flores las utilizan en los platillos de la gastronomía mexicana. Pero, cuidado - se deben excluir las semillas pues llegan a tener cierto grado de toxicidad.

Es sorprendente como el colorín es un recurso versátil, es útil en la Botánica Económica, en la Medicina Tradicional y en la cultura material en la elaboración de artesanías.

Como nota final: el Laboratorio de Fitoquímica del Colegio de Postgraduados, bajo la Dirección del Dr. Marcos Soto, en vinculación con universidades del país y de otras regiones del mundo han aislado diversos productos naturales de especies del género Erythrina (principalmente alcaloides), además se investigaron diferentes propiedades biológicas (antioxidante, antimicrobiana, plaguicida, antifúngica, entre otras). Como producto de estas investigaciones se han originado publicaciones cientificas de alto impacto.

Si estas interesado en conocer las investigaciones fitoquímicas del colorín por el grupo de Fitoquímica, puedes consultar los siguientes enlaces:


Las flores rojas están dispuestas en racimos piramidales y sus semillas se encuentran comprimidas en vainas.

LITERATURA CITADA

viernes, 15 de julio de 2016

Cómo preparar Zhala, o pemuchis con ajonjolí y tequelita; receta huasteca

Pemuchis en venta

En Tlanchinol, pueblo escondido en la Sierra Madre Oriental, en el Norte del Estado de Hidalgo, comí un sabroso y original platillo llamado Zhala.

Señora Antonia con platillo de pemuchis

La señora Antonia Regino, propietaria y cocinera de un restaurant del centro del pueblo, tuvo a bien darme la receta, la cual comparto con ustedes:

Zhala: Pemuchis con ajonjolí y tequelita

Resulta que los permuchis son las flores color rojo del árbol que llamamos colorín y son ¡comestibles!; se venden en el mercado, junto con otras plantas comestibles como tomatitos o tamarindo. El nombre científico es Erythrina.

Y la tequelita es una planta del género que en Tlanchinol venden en el mercado y se utiliza como el cilantro, cebollín, etc. Probablemente se trata de Peperomia peltilimba y tequelita es una variante de la palabra nahuatl de tetlquilitl (quelite de piedra).

Tequelita en venta

Y, sorpresa, este guiso de plantas nativas, se espesa con ajonjolí, originario de la India y Africa y  que llegó a América transportado por los esclavos quienes utilizaba las semillas para espesar y dar sabor a sus platillos.

Ingredientes

  • 250 g de semillas de ajonjolí tostado
  • Un manojo grande (10 pesos) de pemuchil, lavado y escurrido
  • Un manojo de tequelite, también de 10 pesos, lavado y escurrido
  • Sal al gusto

Procedimiento

Quitar el "palito y la venita" a las flores del pemuchil

Limpieza de pemuchis

Se hierven los pemuchis durante 15 minutos en olla de presión, porque así es más rápido, hasta que cambien de color rojo a color verde.

Pemuchis limpios

Así se ven los pemuchis, ya lavados y sin el palito y la venita, antes de hervirlos.

Y así verás, como van cambiando de color rojo a color blanco y finalmente a color verde cuando ya están cocidos; pero una vez cocidos los debes escurrir o "quitar el juguito" el cual será de color rojo.

Pemuchis hirviendo

Después doras un poco el ajonjolí, sin que se queme.

Dorando el ajonjolí

Luego mueles el ajonjolí con un poco de agua, calientas un poco de aceite y agregas el ajonjolí a que se fría.

Ya cocidos, cortas los pemuchis y la taquelita y se los agregas a la salsa frita de ajonjolí con solo un poquito de sal.

Pemuchis cocidos
Así se ven los pemuchis ya cocidos, los cuales deberás cortar en pedacitos

Tequelita para pemuchis

Y ¡a comer pemuchis!

A comer pemuchis

Este guiso utiliza flores del árbol llamado colorín Erythrina americana de origen mexicano, ajonjolí (Sesamum indicum) de origen africano y/o de la India, y hojas de tequelita, planta que crece en las cercanías de Tlanchinol.


miércoles, 11 de mayo de 2016

Viaje a la Huasteca Hidalguense (parte 2)

Conociendo la Huasteca

Dejamos atrás Tlanchinol y llegamos a Coacuilco, localidad que pertenece a Huejutla de Reyes (corazón de la Huasteca Hidalguense), donde Don Manuel nos esperaba con unos panes y un café de la región.

Después de platicar un poco, nos llevó a conocer el traspatio de su vecina, quien amablemente nos dejó tomar fotos de las inumerables plantas ornamentales (begonias, azucenas, crisantemos), frutales (naranjos, plátanos, cacao, mangos), y medicinales (albahaca, árnica) que poseía.

El huerto de la vecina de Don Manuel
El sol se hacía presente y el calor aumentaba conforme pasaban las horas, por lo que Don Manuel sugirió que empezáramos la caminata ya que íbamos a recorrer un poco el monte para apreciar los sistemas de cultivo de la región.

Caminando hacia el monte junto a Don Manuel
 La subida se empezó a notar, atrás se quedaba el pueblo, y a las orillas del camino se observaban cafetales (Coffea canephora), potreros, naranjales (Citrus sinensis), cedros (Cedrela odorata) y acahuales. En un punto de la caminata, pudimos observar lo que ya llevábamos recorrido, sin embargo, aún faltaba llegar a la cima de la colina.

Cafetal mezclado con plátanos y cedros
Vista hacia Coacuilco, se puede apreciar los potreros y los árboles muchos de ellos de cafetal
Bebimos agua del manantial, y en el camino pudimos platicar con algunas personas que llevaban leña, café, quelites y pastura para sus animales, mientras los compañeros se sentían cansados por el calor y la subida, la gente se veía fresca y liviana, acostumbrada a la rudeza del clima y del camino.

Entrevistando a una señora que llevaba quelites para su casa
Hombre transportando una carga de café (40 kg aproximadamente) bajo el duro sol de la Huasteca
Por fin, la cima estaba a la vista, y frente a nosotros, el cerro de Loltla se hacía presente, parecía que casi llegábamos a la mitad del recorrido, pero faltaba la bajada, la cual fue aún más difícil que la subida, aun así, la belleza del paisaje nos animaba a seguir. Después de una hora, estábamos en el lecho del río donde nos detuvimos a descansar.

El cerro del Loltla ante nuestros ojos...
El regreso iba a ser paralelo al río, el lugar era más fresco y se podía ver la vegetación de los terrenos, había pimienta (Piper nigrum), mangos (Mangifera indica), aguacates (Persea americana), papatla (Canna indica), sembradíos de maíz y más cafetales. De pronto, el río que en un principio no tenía agua, se había unido a otros más hasta llegar al río principal que venía del cerro de Loltla, así que fue un buen momento para descansar y apreciar la belleza natural de las rocas, y del agua limpia y cristalina donde los peces nadaban tranquilamente.

Junto al río de Loltla
En la orilla del río, crecían poblaciones de colas de caballo (Equisetum sp.), y también se podían observar olmos (Ulmus sp.) y la dureza de sus troncos, porque a pesar de las crecidas del río, han resistido los golpes de las rocas.

Cola de caballo
Olmo
Todos exhaustos y hambrientos, llegamos a la orilla de la carretera, donde después de esperar minutos, abordamos una camionetita que sirve de transporte entre las comunidades. Al llegar a la casa de Don Manuel, la comida ya estaba lista: un rico mole huasteco acompañado de arroz blanco y frijoles nos esperaba en la mesa, un platillo típico de las fiestas de la huasteca, sobra decir que era un manjar digno de celebrar.

Mole huasteco, típico de la región
Una vez terminada la comida, visitamos a unos artesanos que elaboran máscaras con diferentes tipos de árboles, pero principalmente de pemuche (Erythrina). Las máscaras eran una maravilla, había desde las que representaban un venado, hasta las que tenían forma de jaguar, todo elaborado con herramientas rústicas que utilizaban para su fabricación.

Máscara de venado
El día se había pasado muy rápido entre el recorrido y las visitas que se hicieron al huerto y a los artesanos, por lo que antes de irnos de Coacuilco, decidimos ver su plaza principal, donde se podía observar la representación de una coralillo en piedra. Esta figura, representa el nombre del lugar ya que Coacuilco significa serpiente rayada; según cuenta Don Manuel, que hace tiempo se había encontrado un monolito con forma de serpiente, pero con el tiempo se perdió y solo se elaboró la réplica que ahora está en la plaza.

Representación de una serpiente de coralillo
El día había llegado a su fin, así que viajamos hacia Huejutla de Reyes, donde nos quedamos en un hotel cerca de la Plaza de Armas, para al día siguiente poder recorrer el famoso tianguis del lugar que se coloca todos los domingos. Al día siguiente, muy temprano, fuimos directamente al mercado, donde probamos el zacahuil, que es un tamal gigante como para 150 personas, envuelto en hojas de papatla, y elaborado con masa de maíz, pollo y cerdo. Junto con este tamal, probamos el Xojol, que es un tamal dulce, elaborado con masa de maíz y pilón.

Abriendo el zacahuil para vender
Dentro del mercado, también probamos las enchiladas, que son muy diferentes a las que se conocen en el Valle de México, ya que son tortillas remojadas en diferentes tipos de salsa: verde, tomate y chile seco, las cuales tiene un precio sumamente accesible, de tan solo un peso la enchilada.

Comiendo enchiladas huastecas en el pasillo de las enchiladeras del mercado
Después de un buen desayuno, recorrimos el mercado, donde había bastantes productos de la región, calabazas, chiles verdes, chiltepines, flores de pemuche, bules, jícaras, tamarindo, tomate arrugado y tomatillo, nopalitos frescos, frijol, café, camote y yuca cocida, tamalitos de charales, carne fresca y seca, animales, ceras y muchas cosas de atractivos olores, sabores y hasta colores.

Venta de productos frescos
La algarabía de la gente llenaba de ruidos el ambiente, hablaban en español y también en náhuatl, preguntaban precios, hacían sus cuentas y venían si les gustaba para comprarlo, los vendedores ofrecían, te daban una prueba de yuca, te mostraban la mejor gallina o guajolote, y la gente mercaba sus productos para llevarlos a su casa.

Vendedor de ceras naturales y parafina
Preguntando el precio de las esponjas
Había tantas cosas por ver, pero el tiempo era corto, así que tuvimos que irnos decir adiós a Huejutla y dejar atrás la Huasteca para regresar a Texcoco después de siete horas, llevando en nosotros una gran cantidad de experiencias, recuerdos y sobre todo ganas de volver, porque como bien dice Don Manuel, que si pruebas el agua del manantial, es probable que ya no te quieras ir.

Compañeros del Colegio felices de conocer la Huasteca


miércoles, 4 de mayo de 2016

Viaje a la Huasteca Hidalguense (parte 1)

Rumbo a la Huasteca, paisajes de Hidalgo

Era una fría mañana de marzo de esta año, el viento mecía las ramas de los árboles cuando abordamos la unidad que nos llevaría la Huasteca Hidalguense, todos con frío, imaginábamos que el viaje sería un poco peligroso. Para algunos estudiantes de las materias de Botánica Económica y Etnobotánica del Colegio de Postgraduados, el lugar al que iríamos era desconocido, pocas veces habían escuchado del lugar, pero aun así, la emoción de conocer nuevos caminos y paisajes, era tan grande que la alegría se sentía en el vehículo.

Vehículo en el que viajaríamos a la Huasteca
El primer tramo fue un poco largo, salir de Texcoco, tomar la carretera hacia Calpulalpan, seguir de frente, desviarnos hacia Pachuca, para al final tomar la desviación del corredor turístico de la Montaña que nos conducía hacia nuestro primer destino: El bosque del Hiloche en Real del Monte.

Rumbo a Pachuca, al fondo se observa el Acueducto del Padre Tembleque
La vegetación era maravillosa, había una mezcla de majestuosos encinos (Quercus glabrescens, Quercus mexicana, Quercus rugosa), pinos (Pinus patula, Pinus teocote) y Cupressus (Cupressus lusitanica) principalmente.

Encino en el bosque del Hiloche
Árboles de Cupressus
Admirados y con frío, veíamos los efectos del fuerte viento que había ocurrido durante los últimos días y que había afectado varias regiones del centro de México, en el bosque se observaban ramas caídas, troncos tirados y bastante hojarasca aún fresca que cubría el sotobosque.

Ramas de encino tiradas por el viento
La gente del lugar aprovechaba para cortar las ramas que les servirían para prender el fuego, mientras que algunos se preocupaban por los daños ocasionados en algunas casas y vehículos que se habían visto afectados por la caída de los árboles, por lo que debido a la tensión del momento, decidimos seguir nuestro camino.

Señora recogiendo ramitas al lado del vehículo dañado por la caída de un árbol
El siguiente punto a visitar fue la Reserva de la Biosfera de la Barranca de Metztitlán, donde a la orilla de la carretera apreciamos la inmensidad del sitio, laderas cubiertas de matorrales donde se podían ver garambullos floreciendo (Myrtillocactus geometrizans), candelabros (Stenocereus dumortieri), acacias (Acacia spp.), nopales (Opuntia sp.) copales (Bursera spp.) e izotes (Yucca filifera) creciendo.

Vista de la Barranca de Meztitlán, se pueden apreciar los candelabros, izotes, nopales, copales, etc.
Más adelante, visitamos una UMA (Unidad de Manejo Ambiental) llamada El Viejo Cactus, donde se aprovechan las especies de cactáceas que hay en la región, en especial de los llamados viejitos (Cephalocereus senilis), los cuales son reproducidos para su venta y así evitar su depredación.

Encargado de la UMA El viejo cactus dando una explicación del proceso de reproducción
Plantas jóvenes de los cactus llamados viejitos
Al proseguir nuestro camino, el frío había desaparecido completamente y se dejaba sentir el calor agobiante, así que decidimos detenernos en las famosas nieves artesanales Metzt, además de que observamos los productos de la zona como la nuez, la miel, frijol, licores de frutas, conservas, y dulces típicos.

Probando las tradicionales nieves de Metzt
En este punto ya se hacía notar la presencia de la Huasteca, debido a que en los puestos vendían licores de capulines, de jobo (Spondias mombin) y de vainilla (Vanilla planifolia), chiltepines (Capsicum annum) en conserva y miel espesa y obscura.

Venta de licores, conservas, miel, nueces, frijoles y aguacates
La venta de estos productos se lleva a la orilla de la carretera por lo que se pudo observar los terrenos de cultivo  recién labrados y listos para la siembra de maíz o frijol. A su lado, hay enormes nogales que sirven para delimitar las parcelas y poder vender la nuez que se cosecha.

Nogales (Juglans regia) delimitando los terrenos para siembra
Después de refrescarnos un poco, procedimos nuestro camino, y nos paramos brevemente en el pueblo de San Agustín Mezquititlán, donde se observó el tipo de construcción de las casas y el reloj monumental, típico de varios municipios de Hidalgo.

Reloj monumental de San Agustín Mezquititlán
Más adelante, la vegetación había cambiado, aún quedaban algunos huizaches pero la presencia de pinos mostraba que habíamos dejado atrás los matorrales espinosos de Meztitlán y entrabamos a los bosques templados de Zacualtipán.

Pinos, huizaches y nopales
Durante el trayecto, las serranías y paisajes iban cambiando, de los bosques de pino de Zacualtipán, a los bosques mesófilos de montaña que se empezaban a apreciar en Molango. En Ixtlahuaco, apreciamos un poco la vegetación de un potrero, donde había encinos cubiertos de helechos, algunas bromelias (Tillandsia sp.) e incluso una orquídea que parecía ser del género Epidendrum, plantas típicas de los bosques húmedos.

Encino cubierto de helechos y bromelias
Relictos del Bosque mesófilo de montaña en Ixtlahuaco
Como la noche se acercaba, decidimos pernoctar en Tlanchinol, donde cenamos apropiadamente unas quesadillas de pemuche (son flores de Erythrina sp.). A la mañana siguiente, con las primeras luces del sol, se podía apreciar el paisaje de montañas y las hermosas construcciones del lugar.

Hermosa vista de las montañas en Tlanchinol
Con estas bellezas en nuestra cabeza, decidimos proseguimos el viaje con rumbo a la Huasteca Hidalguense que se encontraba justo después de Tlanchinol.