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miércoles, 25 de mayo de 2016

Los usos de la hoja de "papatla" en la Huasteca Hidalguense

¿Conoces la papatla?

Su nombre científico es Canna indica L. y es muy parecida a un platanar por lo que en algunos lugares se le conoce también como platanillo (Veracruz).


Es nativa de México. Esta planta rara vez sobrepasa los 3 m de altura y crece principalmente en lugares con buena humedad.

Se dice que esta planta era utilizada tanto en los rituales como en la alimentación de los aztecas antes de que la planta del plátano llegara a México.

En la Huasteca Hidalguense se utiliza principalmente la hoja de esta planta para envolver una comida ancestral llamada "Zacahuil" que es una especie de tamal pero grande a base de maíz martajado, chiles, pollo, cerdo y otras hierbas y es un platillo típico en la cocina tradicional en esta región al igual que el Xojol pero a diferencia del anterior este último es dulce.

Zacahuil

Xojol

Estas hojas son usadas ampliamente debido a que no se rompen con facilidad y además le confieren un sabor único a los platillos.

Además de envoltorio, la hojas son utilizadas en el mercado para mantener frescos otros productos (carne, chorizo, quesos, etc.) o como forro de canastos y poner dentro alimentos y como bolsita de carga para transportar cosas del monte a la comunidad.




Hojas de papatla protegiendo camotes

Señoras en el mercado utilizando hojas de papatla

Canasto forrado con hojas de papatla

El tallo también tiene usos, los campesinos lo usan para limpiar sus herramientas de trabajo (machetes y coas).

Toda la planta es utilizada como ornamental por sus vistosas flores


La mayor demanda de la papatla ocurre en el día de Todos los Santos o "xantolo" (1 de noviembre) por lo que la presencia de esta especie en las parcelas de cultivo ha sido favorecida por los campesinos, pues cuando necesitan sacan rollos de hojas que utilizan para su consumo o para vender a sus vecinos. Un rollo de 100 hojas cuesta alrededor de 25 pesos.

Papatla en un terreno de cultivo

Para más información sobre esta especie visitar las siguientes páginas:

Flora del Bajío y regiones adyacentes

Flora de Veracruz

miércoles, 11 de mayo de 2016

Viaje a la Huasteca Hidalguense (parte 2)

Conociendo la Huasteca

Dejamos atrás Tlanchinol y llegamos a Coacuilco, localidad que pertenece a Huejutla de Reyes (corazón de la Huasteca Hidalguense), donde Don Manuel nos esperaba con unos panes y un café de la región.

Después de platicar un poco, nos llevó a conocer el traspatio de su vecina, quien amablemente nos dejó tomar fotos de las inumerables plantas ornamentales (begonias, azucenas, crisantemos), frutales (naranjos, plátanos, cacao, mangos), y medicinales (albahaca, árnica) que poseía.

El huerto de la vecina de Don Manuel
El sol se hacía presente y el calor aumentaba conforme pasaban las horas, por lo que Don Manuel sugirió que empezáramos la caminata ya que íbamos a recorrer un poco el monte para apreciar los sistemas de cultivo de la región.

Caminando hacia el monte junto a Don Manuel
 La subida se empezó a notar, atrás se quedaba el pueblo, y a las orillas del camino se observaban cafetales (Coffea canephora), potreros, naranjales (Citrus sinensis), cedros (Cedrela odorata) y acahuales. En un punto de la caminata, pudimos observar lo que ya llevábamos recorrido, sin embargo, aún faltaba llegar a la cima de la colina.

Cafetal mezclado con plátanos y cedros
Vista hacia Coacuilco, se puede apreciar los potreros y los árboles muchos de ellos de cafetal
Bebimos agua del manantial, y en el camino pudimos platicar con algunas personas que llevaban leña, café, quelites y pastura para sus animales, mientras los compañeros se sentían cansados por el calor y la subida, la gente se veía fresca y liviana, acostumbrada a la rudeza del clima y del camino.

Entrevistando a una señora que llevaba quelites para su casa
Hombre transportando una carga de café (40 kg aproximadamente) bajo el duro sol de la Huasteca
Por fin, la cima estaba a la vista, y frente a nosotros, el cerro de Loltla se hacía presente, parecía que casi llegábamos a la mitad del recorrido, pero faltaba la bajada, la cual fue aún más difícil que la subida, aun así, la belleza del paisaje nos animaba a seguir. Después de una hora, estábamos en el lecho del río donde nos detuvimos a descansar.

El cerro del Loltla ante nuestros ojos...
El regreso iba a ser paralelo al río, el lugar era más fresco y se podía ver la vegetación de los terrenos, había pimienta (Piper nigrum), mangos (Mangifera indica), aguacates (Persea americana), papatla (Canna indica), sembradíos de maíz y más cafetales. De pronto, el río que en un principio no tenía agua, se había unido a otros más hasta llegar al río principal que venía del cerro de Loltla, así que fue un buen momento para descansar y apreciar la belleza natural de las rocas, y del agua limpia y cristalina donde los peces nadaban tranquilamente.

Junto al río de Loltla
En la orilla del río, crecían poblaciones de colas de caballo (Equisetum sp.), y también se podían observar olmos (Ulmus sp.) y la dureza de sus troncos, porque a pesar de las crecidas del río, han resistido los golpes de las rocas.

Cola de caballo
Olmo
Todos exhaustos y hambrientos, llegamos a la orilla de la carretera, donde después de esperar minutos, abordamos una camionetita que sirve de transporte entre las comunidades. Al llegar a la casa de Don Manuel, la comida ya estaba lista: un rico mole huasteco acompañado de arroz blanco y frijoles nos esperaba en la mesa, un platillo típico de las fiestas de la huasteca, sobra decir que era un manjar digno de celebrar.

Mole huasteco, típico de la región
Una vez terminada la comida, visitamos a unos artesanos que elaboran máscaras con diferentes tipos de árboles, pero principalmente de pemuche (Erythrina). Las máscaras eran una maravilla, había desde las que representaban un venado, hasta las que tenían forma de jaguar, todo elaborado con herramientas rústicas que utilizaban para su fabricación.

Máscara de venado
El día se había pasado muy rápido entre el recorrido y las visitas que se hicieron al huerto y a los artesanos, por lo que antes de irnos de Coacuilco, decidimos ver su plaza principal, donde se podía observar la representación de una coralillo en piedra. Esta figura, representa el nombre del lugar ya que Coacuilco significa serpiente rayada; según cuenta Don Manuel, que hace tiempo se había encontrado un monolito con forma de serpiente, pero con el tiempo se perdió y solo se elaboró la réplica que ahora está en la plaza.

Representación de una serpiente de coralillo
El día había llegado a su fin, así que viajamos hacia Huejutla de Reyes, donde nos quedamos en un hotel cerca de la Plaza de Armas, para al día siguiente poder recorrer el famoso tianguis del lugar que se coloca todos los domingos. Al día siguiente, muy temprano, fuimos directamente al mercado, donde probamos el zacahuil, que es un tamal gigante como para 150 personas, envuelto en hojas de papatla, y elaborado con masa de maíz, pollo y cerdo. Junto con este tamal, probamos el Xojol, que es un tamal dulce, elaborado con masa de maíz y pilón.

Abriendo el zacahuil para vender
Dentro del mercado, también probamos las enchiladas, que son muy diferentes a las que se conocen en el Valle de México, ya que son tortillas remojadas en diferentes tipos de salsa: verde, tomate y chile seco, las cuales tiene un precio sumamente accesible, de tan solo un peso la enchilada.

Comiendo enchiladas huastecas en el pasillo de las enchiladeras del mercado
Después de un buen desayuno, recorrimos el mercado, donde había bastantes productos de la región, calabazas, chiles verdes, chiltepines, flores de pemuche, bules, jícaras, tamarindo, tomate arrugado y tomatillo, nopalitos frescos, frijol, café, camote y yuca cocida, tamalitos de charales, carne fresca y seca, animales, ceras y muchas cosas de atractivos olores, sabores y hasta colores.

Venta de productos frescos
La algarabía de la gente llenaba de ruidos el ambiente, hablaban en español y también en náhuatl, preguntaban precios, hacían sus cuentas y venían si les gustaba para comprarlo, los vendedores ofrecían, te daban una prueba de yuca, te mostraban la mejor gallina o guajolote, y la gente mercaba sus productos para llevarlos a su casa.

Vendedor de ceras naturales y parafina
Preguntando el precio de las esponjas
Había tantas cosas por ver, pero el tiempo era corto, así que tuvimos que irnos decir adiós a Huejutla y dejar atrás la Huasteca para regresar a Texcoco después de siete horas, llevando en nosotros una gran cantidad de experiencias, recuerdos y sobre todo ganas de volver, porque como bien dice Don Manuel, que si pruebas el agua del manantial, es probable que ya no te quieras ir.

Compañeros del Colegio felices de conocer la Huasteca


miércoles, 13 de abril de 2016

Bueno, bonito y barato - el mercado San Antonio de Texcoco

Siempre he pensado que el buen juez por su casa empieza. Y a pesar de que he aportado varias veces en este blog, me ha faltado hablarles sobre el lugar donde vivo.

 Las verduras que venden en los tianguis y mercados de México, como en el San Antonio, se distinguen por ser muy frescos.

Texcoco es un municipio que se ubica en la parte oriental del Estado México y tiene una población total de poco más de 235,000 habitantes. Su cabecera municipal es Texcoco de Mora y aquí se concentra cerca de la mitad de la población. Este lugar tiene una antigua historia que data de la época prehispánica, en la que se asentaron los acolhuas, un grupo humano que formó su imperio y estableció alianza con el poderoso Tenochtitlan. Además, fue la cuna de uno de los más famosos personajes precolombinos: el rey poeta Nezahualcóyotl.

Texcoco ofrece una gran variedad de servicios y atractivos, entre ellos, sus tianguis y mercados. Uno de estos es el mercado San Antonio, que se encuentra justo en el centro cívico y económico de Texcoco de Mora, al lado de un atractivo jardín municipal. El mercado se inauguró en 1954 y actualmente cuenta con aproximadamente 500 puestos y locales que ofrecen diferentes productos.

Me voy a limitar a hablarles sobre algunos productos alimenticios, principalmente de origen vegetal, que se pueden encontrar aquí, pero quiero resaltar que el mercado es bastante grande y también tiene tiendas de ropa y zapatos, abarrotes, carnicerías, cremerías, mariscos y de muchos más productos. Así que quienes lo frecuentamos podemos hacer varias compras de una sola vez.

En las diferentes entradas al mercado se colocan pequeños puestos que tienen una amplia variedad de productos, como los que muestro en las siguientes fotos..

Tejocotes en almíbar (izquierda) y camotes azucarados (derecha).

Semillas listas para comer como botana. En la parte superior izquierda se ven semillas de capulín, las demás son pepitas de diferentes calabazas.

Además de variedad, en los mercados podemos adquirir productos de otras regiones. Aquí, por ejemplo, el zapote amarillo y chicozapote.

El polvo que se observa es pinole (maíz tostado y molido con azúcar y canela), el cual se usa para consumir como dulce o para preparar atoles. A la derecha unos ricos tejocotes.

Si lo que queremos es botanear, no nos vendría mal comprar chapulines (izquierda) o cacahuates fritos (derecha).

Para seguir botaneando, podemos comprar unos cacahuates tostados y sin pelar, o bien, disfrutar del sabor de una fruta exótica como la granada china (arriba).

En este mismo puesto encontré unas bonitas flores que tienen un aroma exquisito. Son del género Freesia, pero se llaman popularmente "brisias".

Este es otro puesto ubicado en otra salida del mercado. Se nota de inmediato la frescura y colorido de sus productos.

Uno de los productos muy típicos de la región de Texcoco es el huitlacoche, el cual es un hongo parásito de las mazorcas de maíz. Se prepara en diferentes guisos, pero especialmente para quesadillas.

En este mismo puesto tenían flor de calabaza, distintiva de la cocina mexicana.

Otro de los productos muy populares de esta zona y otros lugares de México son los romeritos, uno de los tantos quelites que existen en México. Comúnmente se cocinan con mole, papa y camarón seco.

Justo al lado estaba una vendedora quitando hábilmente las espinas a los nopales. Muy amablemente posó para la foto.

En el mercado San Antonio hay una sección de frutas en almíbar o cristalizadas, como cerezas y calabazas.

Como podemos ver la variedad de frutas en almíbar o cristalizadas es amplia.

¡Tunas en almíbar! No podían faltar.

Cáscaras de naranja cristalizadas. Fue la primera vez que las ví y las probé. Se las recomiendo mucho.

Los tlacoyos, parte de la gastronomía regional, son muy parecidos a lo que se llama en otros lugares gorditas. En algunos pasillos encontramos señoras ofreciendo tlacoyos. Venden desde media docena a cientos.

Como pueden ver los tlacoyos son de forma mas o menos romboide. Están rellenos de requesón, chicharrón, frijol, haba o alverjón (chícharo seco).

Dentro del mercado encontrmos varios puestos de verduras muy frescas y a muy buen precio.

También hay muchos puestos de frutas.

Si van al mercado no olviden comprar unas lindas flores para la novia, la mamá o para adornar y aromatizar el hogar.

La barbacoca de borrego cocido en horno de tierra o piedra es uno de los platillos texcocanos más distintivos. Se puede comprar por kilo o por taco.

La barbacoa se suele acompañar de un consomé del mismo borrego (plato azul). Desde luego, nunca faltan los complementos para  prepararse un taco: las salsas verde y roja (en recipientes negros), cilantro y cebolla picados.

Mi taco de barbacoa con tortilla azul ya preparado, antes de devorarlo.

En esta sección de comida también se puede comer deliciosas quesadillas de diferentes guisados y tlacoyos (que les mostré arriba).

Una quesadilla de flor de calabaza. Normalmente la tortilla está doblada, pero les quise mostrar el guisado.

Espero que les haya gustado este recorrido visual y que les anime a comprar en sus tianguis y mercados más cercanos, especialmente a nuestros lectores texcocanos ya que como me dijo uno de los vendedores de este mercado, aquí usted encuentra “BUENO, BONITO Y BARATO”.