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miércoles, 30 de noviembre de 2016

Curtiduría artesanal en el Istmo

Unos zapatos de niña hecha con piel curtida artesanalmente

En mi salida reciente al Istmo de Tehuantepec tuve la oportunidad de visitar una curtiduría artesanal. La curtiduría o tenería es el proceso de convertir pieles crudos (por ejemplo de vacas o de chivos) en piel que se puede usar para zapatos o ropa. En contraste con la piel cruda, la piel curtida es resistente a microorganismos. También proteje del agua y es un buen aislante.

La piel de los animales consiste en gran parte de una proteina que forma hilos largos, el colágeno. En sí está relativamente resistente al ataque de microorganismos (o sea, a la pudrición), pero algunas regiones son desorganizados y sí pueden pudrirse. Entonces, lo que se hace es remojar la piel con taninos, que son sustancias químicas adstringentes que enlazan con el colágenos y hacen la piel más resistente.

Tradicionalmente, plantas han sido las fuentes de taninos. Ejemplos son encinos (Quercus), la granada (Punica), castañas (Castanea), el quebracho (Schinopsis) y mangles (Rhizophora). Otro grupo de plantas que son muy usadas son las acacias; en las zonas relativamente secas de México, se usa especialmente el huizache, Acacia farnesiana. Este arbolito es un componente común del paísaje cultivado. Actualmente, en la industria a gran escala se utilizan taninos sintéticos, pero en la curtiduría fina se sigue usando taninos naturales, o una combinación.

El huizache, Acacia farnesiana, floreciendo

A continuación les explico el proceso.

Primero, se consigue la piel en el rastro, y se deja aproximadamente dos semanas en una solución de cal. Esto afloja los pelos para poder quitarlos luego.

Aquí se remoja la piel en una solución con cal.


Después, se lava y se cuelga en una horca. Allí, se raspa para quitar los restos de pelos y de carne.

Posteriormente, se somete a otra solución, esta con masa de maíz. Según el curtidor, esto sirve para aflojar y hacer más suave a la piel.

Aquí ven el lugar donde se cuelga la piel para limpiarla y atrás está el lugar donde se lava y luego se remoja otra vez en una mezcla de masa de maíz con agua


Finalmente, se trata con los taninos. Para esto se muele la corteza seca de huizache en un molino. Es un molido relativamente grueso.

Aquí está la corteza de huizache secándose.
 
Un acercamiento.
Se remojan estos en grandes piletas, y luego se usan para rellenar las pieles, que se tienen que coser para que quede adentro. Se van remojando unos días con este huizache concentrado, luego voltea la piel, y se trata el otro lado.

Así se ve la piel cuando se mete al baño de huizache.

Se mete el huizache molido y se cose.

Aquí están los pieles curándose.


El curtidor explicando. Se ve el huizache molido sobre una piel directamente adelante de él.

Finalmente se saca y se seca. Este proceso puede tardar 5 días o más. En total, el curtido de una piel tarda aproximadamente un mes.

Para hacer zapatos, el artesando de los zapatos vuelve a lavar y tratar la piel con algunas sustancias (no entendí bien cuales) para hacerlo más liso y todavía más suave. Luego corta las piezas que requiere, y las barniza. Por cierto, la suela para los huaraches que hacía este artesano se obtienen de las llantas interiores de las ruedas de aviones. Parece que son especialmente resistentes. ¿Quién se habrá dado cuenta de esta posible combinación de un producto de alta tecnología con los zapatos artesanales tradicionales?

A la izquierda piel sin terminar, y a la derecha la piel ya lista para hacer zapatos. En medio el artesano de los zapatos.

Esto es la suela, que se hace de llantas o tubos interiores de ruedas de avión.

El proceso de hacer huaraches para hombre. Los vende en menos de 200 pesos.

miércoles, 10 de agosto de 2016

Pulque y teocintle

El domingo pasado me dí una vuelta al festival Mayahuel, con el tema del pulque, en Texcoco, que había anunciado la semana pasada.

Efectivamente había pulque, aunque ví solo un puesto:



También barbacoa, alimento de fiesta importante en la región:



Los demás puestos se dedicaban principalmente a las artesanías, y también había un programa de música en el foro al fondo:



Lo que sí me llamó la atención fue un puesto que vendía joyería hecha con teocintle (que es el maíz silvestre) y maices de colores. Me parecieron muy bonitas. El artesano, Julian Gayosso, dijo que tenía el teocintle en sus propias parcelas (hay en la región de Texcoco). Miren:




miércoles, 20 de julio de 2016

Feria agroecológica en Guelatao de Juárez, Oaxaca


En las pasadas vacaciones de semana santa, fui a visitar el pueblo que vio nacer a uno de los presidentes de nuestro país. Este pueblo es Guelatao de Juárez en Oaxaca.


Cada 21 de Marzo, como es costumbre, se organizan diversas actividades deportivo-culturales en el pueblo en conmemoración al nacimiento del Benemérito de las Américas.


En esta ocasión la Secretaría de Desarrollo Social y Humano así como el Módulo de Desarrollo Sustentable en conjunto con la autoridad municipal de Guelatao organizaron una feria agroecológica que se llevó a cabo los días sábado, domingo y lunes (19 al 21 de marzo) con motivo del CCX aniversario del natalicio de Don Benito Juárez.

A continuación les comparto algunas fotos de este evento:

Productor de mezcal

Jicaritas para tomar mezcal hechas del fruto de Crescentia

Varios productores de la región y de la capital del Estado, se dieron cita y mostraron gustosos sus productos a todos los visitantes.

Dentro de lo que pudimos encontrar estuvieron:

Nieves

Mezcal

Miel y sus derivados

Ropa típica bordada a mano
Productos de uso cosmético a base de plantas



Exfoliante de café

La región de la Sierra Juárez como ya hemos comentado antes, posee una amplia gama de ecosistemas. Las partes frías y calientes hacen posible la obtención de diversas frutas de las cuales se pueden elaborar algunos otros productos, como los dulces que elabora Doña Adela, habitante de Guelatao.
Calabaza, nueces, jamaica, panela, pay de queso y de manzana, pulpa de tamarindo, etc.


Tepejilote en almíbar

Cacao y mermeladas de piña y membrillo


Dulces de tejocote


También se podían observar algunas obras con bejucos y palmas



 y no podía faltar el café...


 Las flores


y más mezcal...


Maguey y cremas de mezcal
Pero también hubo comida: las típicas tlayudas, empanadas de amarillo y flor de calabaza, memelitas acompañadas de agua fresca de frutas o café de olla, etc.

Local de Dona Panchita a orillas de la laguna
Memelitas
 Por último, una foto de la laguna de Guelatao


Es la primera vez que puedo asistir a una de estas ferias y me gustó mucho por la importancia que se le está dando últimamente a lo elaborado localmente y a partir de insumos naturales, por lo que espero que al igual que yo, disfruten de las fotos...

Para quienes estén interesados en asistir el próximo año les dejo la página de facebook de ecoturimo en Guelatao donde pueden encontrar más información:

Turismo Alternativo Yela - too

miércoles, 11 de mayo de 2016

Viaje a la Huasteca Hidalguense (parte 2)

Conociendo la Huasteca

Dejamos atrás Tlanchinol y llegamos a Coacuilco, localidad que pertenece a Huejutla de Reyes (corazón de la Huasteca Hidalguense), donde Don Manuel nos esperaba con unos panes y un café de la región.

Después de platicar un poco, nos llevó a conocer el traspatio de su vecina, quien amablemente nos dejó tomar fotos de las inumerables plantas ornamentales (begonias, azucenas, crisantemos), frutales (naranjos, plátanos, cacao, mangos), y medicinales (albahaca, árnica) que poseía.

El huerto de la vecina de Don Manuel
El sol se hacía presente y el calor aumentaba conforme pasaban las horas, por lo que Don Manuel sugirió que empezáramos la caminata ya que íbamos a recorrer un poco el monte para apreciar los sistemas de cultivo de la región.

Caminando hacia el monte junto a Don Manuel
 La subida se empezó a notar, atrás se quedaba el pueblo, y a las orillas del camino se observaban cafetales (Coffea canephora), potreros, naranjales (Citrus sinensis), cedros (Cedrela odorata) y acahuales. En un punto de la caminata, pudimos observar lo que ya llevábamos recorrido, sin embargo, aún faltaba llegar a la cima de la colina.

Cafetal mezclado con plátanos y cedros
Vista hacia Coacuilco, se puede apreciar los potreros y los árboles muchos de ellos de cafetal
Bebimos agua del manantial, y en el camino pudimos platicar con algunas personas que llevaban leña, café, quelites y pastura para sus animales, mientras los compañeros se sentían cansados por el calor y la subida, la gente se veía fresca y liviana, acostumbrada a la rudeza del clima y del camino.

Entrevistando a una señora que llevaba quelites para su casa
Hombre transportando una carga de café (40 kg aproximadamente) bajo el duro sol de la Huasteca
Por fin, la cima estaba a la vista, y frente a nosotros, el cerro de Loltla se hacía presente, parecía que casi llegábamos a la mitad del recorrido, pero faltaba la bajada, la cual fue aún más difícil que la subida, aun así, la belleza del paisaje nos animaba a seguir. Después de una hora, estábamos en el lecho del río donde nos detuvimos a descansar.

El cerro del Loltla ante nuestros ojos...
El regreso iba a ser paralelo al río, el lugar era más fresco y se podía ver la vegetación de los terrenos, había pimienta (Piper nigrum), mangos (Mangifera indica), aguacates (Persea americana), papatla (Canna indica), sembradíos de maíz y más cafetales. De pronto, el río que en un principio no tenía agua, se había unido a otros más hasta llegar al río principal que venía del cerro de Loltla, así que fue un buen momento para descansar y apreciar la belleza natural de las rocas, y del agua limpia y cristalina donde los peces nadaban tranquilamente.

Junto al río de Loltla
En la orilla del río, crecían poblaciones de colas de caballo (Equisetum sp.), y también se podían observar olmos (Ulmus sp.) y la dureza de sus troncos, porque a pesar de las crecidas del río, han resistido los golpes de las rocas.

Cola de caballo
Olmo
Todos exhaustos y hambrientos, llegamos a la orilla de la carretera, donde después de esperar minutos, abordamos una camionetita que sirve de transporte entre las comunidades. Al llegar a la casa de Don Manuel, la comida ya estaba lista: un rico mole huasteco acompañado de arroz blanco y frijoles nos esperaba en la mesa, un platillo típico de las fiestas de la huasteca, sobra decir que era un manjar digno de celebrar.

Mole huasteco, típico de la región
Una vez terminada la comida, visitamos a unos artesanos que elaboran máscaras con diferentes tipos de árboles, pero principalmente de pemuche (Erythrina). Las máscaras eran una maravilla, había desde las que representaban un venado, hasta las que tenían forma de jaguar, todo elaborado con herramientas rústicas que utilizaban para su fabricación.

Máscara de venado
El día se había pasado muy rápido entre el recorrido y las visitas que se hicieron al huerto y a los artesanos, por lo que antes de irnos de Coacuilco, decidimos ver su plaza principal, donde se podía observar la representación de una coralillo en piedra. Esta figura, representa el nombre del lugar ya que Coacuilco significa serpiente rayada; según cuenta Don Manuel, que hace tiempo se había encontrado un monolito con forma de serpiente, pero con el tiempo se perdió y solo se elaboró la réplica que ahora está en la plaza.

Representación de una serpiente de coralillo
El día había llegado a su fin, así que viajamos hacia Huejutla de Reyes, donde nos quedamos en un hotel cerca de la Plaza de Armas, para al día siguiente poder recorrer el famoso tianguis del lugar que se coloca todos los domingos. Al día siguiente, muy temprano, fuimos directamente al mercado, donde probamos el zacahuil, que es un tamal gigante como para 150 personas, envuelto en hojas de papatla, y elaborado con masa de maíz, pollo y cerdo. Junto con este tamal, probamos el Xojol, que es un tamal dulce, elaborado con masa de maíz y pilón.

Abriendo el zacahuil para vender
Dentro del mercado, también probamos las enchiladas, que son muy diferentes a las que se conocen en el Valle de México, ya que son tortillas remojadas en diferentes tipos de salsa: verde, tomate y chile seco, las cuales tiene un precio sumamente accesible, de tan solo un peso la enchilada.

Comiendo enchiladas huastecas en el pasillo de las enchiladeras del mercado
Después de un buen desayuno, recorrimos el mercado, donde había bastantes productos de la región, calabazas, chiles verdes, chiltepines, flores de pemuche, bules, jícaras, tamarindo, tomate arrugado y tomatillo, nopalitos frescos, frijol, café, camote y yuca cocida, tamalitos de charales, carne fresca y seca, animales, ceras y muchas cosas de atractivos olores, sabores y hasta colores.

Venta de productos frescos
La algarabía de la gente llenaba de ruidos el ambiente, hablaban en español y también en náhuatl, preguntaban precios, hacían sus cuentas y venían si les gustaba para comprarlo, los vendedores ofrecían, te daban una prueba de yuca, te mostraban la mejor gallina o guajolote, y la gente mercaba sus productos para llevarlos a su casa.

Vendedor de ceras naturales y parafina
Preguntando el precio de las esponjas
Había tantas cosas por ver, pero el tiempo era corto, así que tuvimos que irnos decir adiós a Huejutla y dejar atrás la Huasteca para regresar a Texcoco después de siete horas, llevando en nosotros una gran cantidad de experiencias, recuerdos y sobre todo ganas de volver, porque como bien dice Don Manuel, que si pruebas el agua del manantial, es probable que ya no te quieras ir.

Compañeros del Colegio felices de conocer la Huasteca